Carrera Nocturna de Segorbe

Inscribiéndose bajo la lluvia

Las noches de verano siempre han sido especiales para cualquier actividad relacionada con los goces de la vida. Así desde que se organizan carreras por la noche es más fácil combinar todo aquello que complace a los seres humanos además de algún humanoide. O sea, el juego, vinculado necesariamente al correr por placer con un atisbo competitivo de buena vecindad y camaradería, el cultivo de la amistad con todas sus derivaciones, así como compartir una comida en hermandad. Todo ello se concentró en un momento a partir de las ocho en la plaza del Ángel de Segorbe, animado aunque parezca la contrario por una lluvia tormentosa que electrizó el ambiente para que los corredores saliesen más chispeantes si cabe. El agua sobre las calles calientes del sol de todo el día se convirtió en vapor fragante con los aromas de la tierra. Una carrera perfumada y húmeda además con el sudor de corredores que aunque corta dejaron su huella por las antiguas calles de la ciudad empedrada, amurallada y fortificada contra el aburrimiento.

Al final, todos satisfechos y brindando por la alegría de correr juntos.